Retomamos esta sección de post-invitados y hoy traemos la colaboración de Montserrat Antonin Ph.D @MontseAntonin que es Directora de la Escuela de Enfermería Gimbernat, adscrita a la Universitat Autónoma de Barcelona.
Montserrat Antonin es una profesional inquieta y siempre abierta a liderar nuevas experiencias docentes y formativas, es un placer poder trabajar con ella, y un honor contar con su colaboración en este Blog, espero vuestros comentarios.
Hace escasamente unas semanas impartíamos en la escuela una sesión
de formación sobre liderazgo para equipos de alto rendimiento. Al finalizar el
ponente nos pidió que hiciéramos una conclusión muy sintética de lo que aquella
sesión nos había reportado.
Me vinieron rápidamente dos palabras a la cabeza que en si
resumían perfectamente lo analizado: “Anima
i Rauxa” y que me permitieron hacer un ejercicio de reflexión personal.
Un buen liderazgo necesita de una buena dosis de pasión, no estoy
descubriendo nada nuevo, lo se.... Pero esta pasión tiene que ir acompañada de
"alma". Me diréis que, quizás,
podría ser lo mismo pero entiendo que poner
el alma es ir un poco más allá en todo
aquello que haces porque de una u otra forma ofreces una mayor implicación
personal a todos y cada uno de los miembros de un equipo. Se trata de liderar
con una visión más profunda en base a unas convicciones personales, a una forma
de ser y hacer que si bien puedes aprender e incluso entrenar creo
que debe de formar parte intrínseca del líder. Liderar con alma es recordar que
todos somos personas dentro de equipos e instituciones complejas, transmitir
que a pesar de las adversidades formamos parte de esos equipos y que por ello
todos debemos ser partícipes y responsables de una buena gestión interna. No
siempre es fácil que un equipo entienda que también debe tener “alma” y que
esta es un valor fundamental para la cohesión del propio equipo así como para
el éxito colectivo.
Para ello es necesaria la "Rauxa" palabra catalana de difícil
traducción. Vendría a referirse como aquel brío, aquella fuerza que te da esa energía
que todo liderazgo necesita, esa dosis de adrenalina que unida al alma transmite
ese liderazgo más personal. La unión de alma y “rauxa” permite cohesionar equipos
emocionalmente competentes y climas que facilitan la detección y el ánimo para remontar momentos de crisis tanto del entorno
como de los propios equipos aunque ello no esté exento de momentos de especial
desgaste emocional. No es fácil ni siempre bien entendida esta manera de
gestionar y necesita también de cierto reconocimiento. La experiencia enseña también que la
proximidad y la confianza puede, en muchas ocasiones, no entenderse como un valor
y provocar, en algunas personas, una “relajación” que fácilmente puede hacerse
contagiosa. Como decía, liderar va de
personas, de generosidad y sobre todo de respeto, un respeto que debe ser siempre
compartido por todos y hacia todos.
Ese es el gran reto para un liderazgo transformativo... liderar desde
la generosidad, desde el respeto pero con "rauxa" para poder poner el
alma en todo lo que se hace.