sábado, 9 de enero de 2016

Ànima i Rauxa

Retomamos esta sección de post-invitados y hoy traemos la colaboración de Montserrat Antonin Ph.D   que es Directora de la Escuela de Enfermería Gimbernat, adscrita a la Universitat Autónoma de Barcelona.


Montserrat Antonin es una profesional inquieta y siempre abierta a liderar nuevas experiencias docentes y formativas, es un placer poder trabajar con ella, y un honor contar con su colaboración en este Blog, espero vuestros comentarios.


Hace escasamente unas semanas impartíamos en la escuela una sesión de formación sobre liderazgo para equipos de alto rendimiento. Al finalizar el ponente nos pidió que hiciéramos una conclusión muy sintética de lo que aquella sesión nos había reportado.
Me vinieron rápidamente dos palabras a la cabeza que en si resumían perfectamente  lo analizado: “Anima i Rauxa” y que me permitieron hacer un ejercicio de reflexión personal.  

Un buen liderazgo necesita de una buena dosis de pasión, no estoy descubriendo nada nuevo, lo se.... Pero esta pasión tiene que ir acompañada de "alma".  Me diréis que, quizás,  podría ser lo mismo pero entiendo que poner el alma  es ir un poco más allá en todo aquello que haces porque de una u otra forma ofreces una mayor implicación personal a todos y cada uno de los miembros de un equipo. Se trata de liderar con una visión más profunda en base a unas convicciones personales, a una forma de ser y hacer que si bien puedes aprender e incluso entrenar creo que debe de formar parte intrínseca del líder. Liderar con alma es recordar que todos somos personas dentro de equipos e instituciones complejas, transmitir que a pesar de las adversidades formamos parte de esos equipos y que por ello todos debemos ser partícipes y responsables de una buena gestión interna. No siempre es fácil que un equipo entienda que también debe tener “alma” y que esta es un valor fundamental para la cohesión del propio equipo así como para el éxito colectivo.

Para ello es necesaria la "Rauxa" palabra catalana de difícil traducción. Vendría a referirse como aquel brío, aquella fuerza que te da esa energía que todo liderazgo necesita, esa dosis de adrenalina que unida al alma transmite ese liderazgo más personal. La unión de alma y “rauxa” permite cohesionar equipos emocionalmente competentes y climas que facilitan la detección y el ánimo para  remontar momentos de crisis tanto del entorno como de los propios equipos aunque ello no esté exento de momentos de especial desgaste emocional. No es fácil ni siempre bien entendida esta manera de gestionar y necesita también de cierto reconocimiento.  La experiencia enseña también que la proximidad y la confianza puede, en muchas ocasiones, no entenderse como un valor y provocar, en algunas personas, una “relajación” que fácilmente puede hacerse contagiosa.  Como decía, liderar va de personas, de generosidad y sobre todo de respeto, un respeto que debe ser siempre compartido por todos y hacia todos.

Ese es el gran reto para un liderazgo transformativo... liderar desde la generosidad, desde el respeto pero con "rauxa" para poder poner el alma en todo lo que se hace.